Alcanzar la felicidad parece una historia mítica, pero nos hemos preguntado si el universo ha conspirado para que los seres humanos nos sintamos cómodos en la vida
La alegría de vivir y el cómo nos sentimos depende de nuestra interpretación de las experiencias del día a día. Ser felices, va a depender de nuestra armonía interna y no del control que podamos tener sobre el universo.
Por otra parte, las necesidades satisfechas en la escala de Maslow habla del autoreconocimiento. Cuando la persona tiene cubierta sus necesidades básicas de trabajo, de seguridad, considera que alcanza la meta de ser feliz porque tiene prestigio y dinero.
¿Hasta qué punto puede ser real lo que interpretamos de Maslow?
El prestigio y el dinero no dan la felicidad porque la felicidad es un proceso interno que va llevando cada persona en su propio ser, su propia esencia. Es por eso que se dice que nadie hace feliz a nadie. La felicidad es intrínseca del ser, no viene de afuera.
En la realidad no cuesta tanto alcanzar la felicidad si lo vemos como un proceso interno natural de amor y generosidad y de aprendizaje constante. En la medida que nuestras virtudes se materializan con los actos que hacemos con nosotros mismos y con los demás, el sentimiento y las ganas de seguir viviendo se acrecientan y progresivamente
Las actitudes emocionales y las espirituales van haciendo un cimiento que cada vez que se practiquen estos actos de bondad se hacen más felices “como una roca”.
A medida que nuestro crecimiento personal se va enriqueciendo con nuevas herramientas y nuevos procesos de vida, la columna vertebral de la felicidad se mantiene firme. Y al exteriorizarlo se materializa en amor profundo a la pareja y los hijos, compresión de las necesidades de los demás.
Todas o casi todos nosotros tenemos un pensamiento aunque sea muy viejo de que nos gustaría poseer antes de fallecer. Lo que podamos tener es un medidor de calidad de nuestra existencia. Si algo se logra, entonces conseguido y sentimos felicidad y satisfacción.
